Y otro día en el que aquel compañero nuestro que leía tan bien, el susodicho Dani, dictaba una vez más bajo las órdenes del Félix Martínez los apuntes de Literatura española del Siglo de Oro, cuando le tocaba el turno a Lope Félix de Vega Carpio: autor prolífico donde los haya, en todos los géneros y estilos, quíntuple amante de diversas mujeres de diverso estado civil, soldado en las filas de la gloriosa Armada Invencible --que la furia de los elementos de una tempestad llevó a pique--, servidor del Duque de Alba en Toledo y en Alba de Tormes --donde practicó los modos de vida cortesanos...
Y conocido por el sobrenombre de --aquí, el Dani, especialista avispado en jugar con la lectura para tomar apuntes, en otro de sus habilidosos guiños al auditorio (aprovechando, esta vez, que quedaba de espaldas al Martínez, incluso acompañó sus cabriolas con la voz del gesto correspondiente de su ojo derecho), se equivocó a propósito, después de haber retardado con maestría y descaro un nuevo momento cumbre, como si hubiera abierto con su voz un signo ortográfico de dos puntos de suspense larguísimo, y dijo--: el Monstruo de la Naturaleza, también llamado (nueva pausa) el Félix (nueva pausa) de los Ingenios...
¡Y toda la clase se desternilló de risa!
Y conocido por el sobrenombre de --aquí, el Dani, especialista avispado en jugar con la lectura para tomar apuntes, en otro de sus habilidosos guiños al auditorio (aprovechando, esta vez, que quedaba de espaldas al Martínez, incluso acompañó sus cabriolas con la voz del gesto correspondiente de su ojo derecho), se equivocó a propósito, después de haber retardado con maestría y descaro un nuevo momento cumbre, como si hubiera abierto con su voz un signo ortográfico de dos puntos de suspense larguísimo, y dijo--: el Monstruo de la Naturaleza, también llamado (nueva pausa) el Félix (nueva pausa) de los Ingenios...
¡Y toda la clase se desternilló de risa!
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