Sí, Babylon... ¿o sería Babel, aquella fantástica Torre de la incomprensión, que tan bien representaría el encierro al que nos tenían sometidos...?
Fuera Babylon, fuera Babel, fuera lo que fuese, lo cierto es que, a la mínima que los profes se descuidaban, nos gustaba dejar volar nuestra imaginación para evadirnos de aquel recinto reducido y subterráneo donde nos hacían memorizar hasta el absurdo siguiendo los métodos más comunes y corrientes por aquellas fechas, por ejemplo: repetir la lección hasta la saciedad por turno entre todos (éramos muchos, más de cien), cantar los listados más variopintos con una melodía simplona y esteriotipada (así aprendíamos las más excelsas cumbres de la geografía, la historia o la literatura...), y, si teníamos suerte, alguna que otra ocurrencia de algún adulto que tendía un puente original entre términos y conceptos, lo que podría denominarse algo así como asociación de ideas suigeneris con la que aquellos guardianes del orden y las convenciones nos obsequiaban sin que nosotros y nosotras hubiéramos abierto boca para pedirlo...
Bueno, bueno, habría que dejarse de historias y traspasar el umbral de la cueva, que la jornada escolar está a punto de comenzar. Veo que ahora llegan Javier Jorge, José Carasusán, Alberto Curto... y mi querida Loli...
¿Quién se anima a seguir?...
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